No cabe duda de que lo que está pasando en Ucrania es un acontecimiento atroz, sobre todo para Europa y, especialmente, para los inocentes ucranianos, que merecen el total apoyo de la Unión Europea.
No obstante, parece que estamos asistiendo, como suele ocurrir en estos casos, a un exceso de información; un concentrar el foco prácticamente en este gran problema, desviándolo de otros que ya nos estaban preocupando o nos deberían preocupar.
Creo que la “división del trabajo” debería hacer compatible la honda preocupación por lo que acontece en Ucrania con los problemas más domésticos, algunas de especial gravedad.
Y es de esperar que lo que acontece en Ucrania no sea coartada para tapar problemas ya existentes o echarle la culpa de los mismos a la guerra.