De interés es la siguiente información de Rosalía Sánchez y Daniel Caballero en abc.es de hoy:
“El BCE advierte a la banca de que extreme la vigilancia sobre los impagos por las subidas de tipos”
Parece que resulta contradictorio sostener la procedencia de un gravamen sobre unos pretendidos beneficios extraordinarios (gravando además los ingresos y no los beneficios) y las advertencias del Banco Central Europeo a las entidades financieras de vigilar los impagos y adoptar las medidas pertinentes en atención a ello.
Contradictorio también es que desde la legislación estatal se imponga hacer caso omiso a las directrices de las autoridades financieras de la Unión Europea: DICTAMEN DEL BANCO CENTRAL EUROPEO de 2 de noviembre de 2022 sobre la imposición de gravámenes temporales a determinadas entidades de crédito (CON/2022/36) y Directrices EBA/GL/2020/06, sobre concesión y seguimiento de préstamos.
Puede leerse en la referida información:
“Las subidas de los tipos de interés pueden convertir en morosidad parte de los activos anotados y el supervisor europeo no ve a los bancos bien preparados para lo que podría ocurrir. «La orientación supervisora refleja la preocupación persistente acerca de la gobernanza y los controles internos de riesgos de las entidades de crédito», resumió el presidente del Consejo de Supervisión, Andrea Enria, en rueda de prensa.
«Las deficiencias en estas áreas resultan aún más preocupantes debido a la fuerte incertidumbre relacionada con la crisis energética y las perspectiva macroeconómicas, así como con la presión que la normalización de los tipos de interés podría ejercer sobre determinadas carteras bancarias, líneas de negocio y mercados financieros», añadió. Así las cosas, fuentes financieras señalan que las comunicaciones del BCE hacia las entidades europeas han sido continuas estos meses. El objetivo: que extremen la vigilancia sobre los impagos que se puedan derivar por las subidas de tipos de interés.
Esas comunicaciones hacen hincapié en que, ante el fin de los estímulos fiscales generalizados y con el alza de tipos, hay muchas empresas, y también hogares, que podrían situarse en situación de impago. Aún no se ha dado, pero la función del BCE es preocuparse por ello. Y en estos momentos, la preocupación es real, aunque contenida ya que las ratios de mora no están creciendo.
Este año las perspectivas de rentabilidad siguen siendo positivas, con nuevas subidas de los tipos de interés. Hasta ahí todo bien. Pero el BCE alerta de que «los escenarios adversos y sus distintas implicaciones en las entidades de crédito requieren una atención especial». «Por lo que se refiere a determinadas carteras y líneas de negocio, los costes asociados a un deterioro de la calidad de los activos pueden superar los beneficios por ingresos si los tipos de interés siguen subiendo», comenta el informe.
SUPERVISIÓN DEL BCE
Se han remitido comunicaciones estos últimos meses para alertar sobre los incrementos del precio del dinero
Unido a todo ello, el BCE avisó además de que «la senda de ajuste de los tipos de interés puede crear ganadores y perdedores» y apuntó que «las entidades de crédito deben prepararse para afrontar los posibles efectos que el entorno de incertidumbre podría tener en sus actividades». Por ello, una de las palabras que más se manejan en el entorno de Fráncfort es ‘prudencia’. El BCE lo aconseja en privado y también en público para que se apunten bien los riesgos y se doten provisiones suficientes.
Fernando Rojas, experto en el sector financiero y profesor asociado de la Universidad Carlos III de Madrid, señala que para monitorizar más pormenorizadamente los activos con más riesgo, «el BCE ha emitido diferentes comunicados, para toda la banca europea y para la española también, donde aconseja que se tengan en cuenta la evolución macroeconómica, la incertidumbre que está generando y se haga un seguimiento pormenorizado de estos activos, en especial el riesgo de crédito».
Este experto, además, indica que «aunque la morosidad ha ido bajando en los últimos meses, es cierto que un volumen importante de activos se encuentran en vigilancia especial, es decir, con deterioro significativo del riesgo, sobre todo de aquellos sectores de uso intensivo de energía y los más afectados por el Covid-19».